martes, 16 de diciembre de 2008

DIALOGO ENTRE LA FOTOGRAFÍA Y EL ARTE CONCEPTUAL, IMPORTANCIA DE LAS DIFERENCIAS

Para el autor la imagen mediocre no existe: Una imagen es una imagen y siempre tiene algo que contar. En el caso de las fotografías de este proyecto se ha procurado infructuosamente huirle a un peso determinadamente conceptual. (Quizás sin mucho esfuerzo). Por naturaleza la mirada de este fotógrafo goza del encasillamiento, de lo literal. Su imagen se hace objeto especialmente en esta serie de fotografías, son mentiras hechas realidad, que al materializarlas rotan masivamente por los ojos de los que desean observar.

Antes de seguir con una serie de afirmaciones un tanto radicales, frente a la apropiación de la fotografía en esta obra como dispositivo de obtención de imagen, es necesario aclarar que fue esta la primera forma en que se acercó el autor a la fotografía digital. Una herramienta teórico plástica que le ha dado vida a su particular visión sobre el mundo.

El ha encontrado en la fotografía digital una herramienta para hacer de la idea una imagen y de la imagen un objeto: Un objeto transformado en propuesta artística; este dispositivo plástico se ha asumido como parte de un conjunto de posibilidades, que ha dividido en subcategorías dentro de su accionar estético. Llamando para si mismo UNO a la cámara fotográfica, el ordenador y los programas de edición que en el se encuentran. Estos en alianza con otros dispositivos plásticos que denomina número DOS, los cuales están conformados por todas las personas, asistentes y asistencia técnica que le dan sentido u operan el dispositivo UNO.

La unión y conciencia de la existencia de éstos, le dan al autor un resultado inicial u obra, que para su accionar no funciona como obra artística completa hasta que logran interactuar con un observador. Solo en ese instante la obra se transforma en lo que Joseph Kosuth ha denominado propuesta artística.

Lo anterior puede sonar en determinado momento a una necesidad del autor de incrustar a como de lugar sus fotografías y acciones dentro de un discurso ya establecido vigente o valedero. En realidad es la simple conciencia que se está generando en él, de reconocer su discurso plástico como el resultado de algo más profundo que una necesidad de transformar una imagen.

El giro a la idea o el riesgo de error, estaría emplazado en como se está apropiando de varios conceptos, dándole funcionalidad parcial e híbrida en este discurso. Esta apropiación de fragmentos convenientes de otros discursos le aporta valor a sus ideas; es un tanto cándido y atrevido, pero válido, si se enmarca en el resultado visual de sus imágenes.

Otra de las constantes que acepta esta propuesta artística, es la aceptación de su autor referencialidad. Ella dialoga todo el tiempo de si misma, lo cual le da el permiso para apropiarse de medios de comunicación masiva que le ayudan a diseminarse geográficamente, buscando la entrada a múltiples lecturas y lectores de la imagen. Esta acción busca una exposición amplia tratando todo el tiempo de contar una historia y mutar nuevamente.

En ese momento la imagen abandona su objetualidad y se transforma de nuevo en discurso e idea. Pero no en un discurso del concepto, pues se está aceptando la existencia de la imagen, se le da un valor plástico y se le juzga en el estadio del arte que sería la dimensión donde realmente tiene algún valor, aunque en todo momento la idea la propuesta esté encaminada hacia el espectador desprevenido que habita la ciudad.

La ganancia, el verdadero peso que puede tener una de estas fotografías, es que ellas nacen de lo real, pero con conciencia plena de su inexistencia. Al autor no le interesa llevar un objeto de lo real al campo de la idea. Para el una taza de café es una taza de café y lo seguirá siendo fuera o dentro de la fotografía.

La taza objeto y la taza imagen existen, por el contrario el Milton del Virresches, nació por accidente, existió solo en la imaginación y se hace real, si y solo si cuando el autor asume el personaje o se toma la fotografía con la mascará puesta, lo cual implicaría una situación más interesante aun, y es pensar que al existir la imagen y quedar el registro, así no exista la persona, el personaje existe al existir la imagen. En ese caso se ha tomado el objeto cierto, se realiza una apropiación de la imagen y se acomoda a conveniencia para que surjan nuevos interrogantes, deseando siempre saturar la imagen ya existente con nuevos significados.

Para cerrar este episodio, esta ingestión del complejo mundo del concepto, el autor desea dejar abierta esta propuesta, reiterando que considera su obra como receptora de múltiples lecturas. Las series de fotografías planteadas en este proyecto no buscan ser plato principal. Se conforman con ser una sopa enlatada, que contiene un personaje accidental inventado, el cual busca su espacio en el entramado mundo del arte y las ideas.

Esta reflexión, inspirada por el texto de Dominiqué Baque, de su libro titulado: La fotografía plástica, es una breve meditación sobre los espacios, que puede ocupar un dispositivo plástico y el peso de la idea dentro de este discurso estético. Como se ha mencionado anteriormente, es un primer acercamiento a un espacio inexplorado por este autor, un mundo de ideas que empiezan a darle sentido a su humano proceder.

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